domingo, 25 de febrero de 2018

Petit Verdot



Todo empezó con el espíritu del vino
girando en volutas de petit verdot,
con tu mirada afrutada centelleando
entre sedas translúcidas de alcohol.


Aquella henchida copa roja,
hizo de tus pupilas la luna llena,
de tu boca un lago,
de tu lengua,
el monstruo que lo habita.


Quise decantarte allí mismo,
sin llegar a los postres,
embriagarme de ti
de un sólo trago.


Espíritu benigno del vino,
que te posee y te anula,
que te envuelve en la magia
del “mañana será otro día”.


Ayer me bebí tus labios,
anoche fuimos uva y parra,
cepa y tierra,
cielo y alma.


En el mantel, la copa volcada,
en su blanca superficie,
la furia derramada.